Dos acciones fundamentales marcan el origen y la actualidad del ser hospitalario: Acoger y Acompañar.

Desde el primer día de las Apariciones, aquel 11 de febrero de 1858, Bernadette Soubirous, nunca fue sola a la Gruta de Massabielle. Para ir allí, de un modo u otro siempre estuvo acompañada; y además siempre fue acogida, en primer lugar, por la Virgen Inmaculada y también por la gente que la esperaba en oración durante la quincena solicitada por la Señora. El acompañamiento y la acogida de la que gozó fueron a la vez concretos y espirituales, siempre al servicio del encuentro que iba a vivir en la Gruta durante las dieciocho apariciones.

La primera hospitalidad de la historia de Lourdes, denominada de Hospitalidad Ntra. Sra. de la Salud, nació en 1874 con la finalidad de acompañar a los peregrinos enfermos. Muy pronto se vió que esta actividad era insuficiente ante el creciente número de personas que acudían  en peregrinación, así se convertirá en 1886 en la Hospitalité de Notre Dame de Lourdes encargándose de la acogida de todos los enfermos y  peregrinos del mundo que llegan a Lourdes. Unida a la misma nos encontramos casi las 300 hospitalidades diocesanas que peregrinamos anualmente al santuario de Lourdes.

Cuando aquel que ha vivido la expereciencia de Lourdes, no sólo como un ejercicio de voluntariado sino que se ve interpelado a vivir en profundidad el mensaje de Lourdes y transmitirlo a los demás dentro de la Hospitalidad, opta por vivir el evangelio desde el servicio acogiendo y acompañando a todos los peregrinos y especialmente a los enfermos.

Inscribirse como miembro de la Hospitalidad, en cualquiera de sus categorías (camillero, enfermera, peregrino o enfermo) comporta “acoger” a todos como María acogió a Bernadette, y nos acoge a cada uno de nosotros, con una sonrisa maternal, con un respeto reverencial, con un cariño que nace del corazón. La acogida es el primer paso para  “acompañar” a cada uno al encuentro con el Señor, por medio de María,  en la situación personal en que se encuentre.

En resumen, ser hospitalario es vivir cada día el mandamiento nuevo de Jesús: “Amaos unos a otros como yo os he amado” (Jn 13,34) . Un amor que se concreta en el servicio